«Falo» es el conjunto de atributos personales que nos convierten (a hombres o mujeres) en dignos de ser amados (amables).
En otro artículo (1) comenté que en nuestra
cultura occidental y machista somos proclives a pensar que al conjunto de
atributos valiosos de una persona se le denomina «falo», que «falo» significa pene y que, por
lo tanto, los varones son más valiosos que las mujeres simplemente porque
tenemos este apéndice eréctil que tanto amamos.
El incesto
está prohibidísimo y no sabemos por qué, la Torre Eiffel es una montaña de
chatarra pero pagamos miles de euros para conocerla, El Quijote es una novela
de Cervantes que fue leída por uno de cada mil personas que la consideran lo
mejor de la literatura universal.
También es
famosa entre los occidentales la idea freudiana denominada «complejo de
castración».
Como
corresponde a una interpretación literal, por «complejo de castración» suele
entenderse el miedo masculino a que nos corten los testículos y talen el pene
(emasculación), como forma extrema de castigar nuestras transgresiones.
Esta
interpretación nos lleva a pensar que sólo los hombres cometemos delitos y de
hecho las cárceles están llenas de varones más que de mujeres.
Si
entendemos que «falo» no significa «pene», podemos entender que la terrible
amenaza a la que estamos todos expuestos, no es otra cosa que la usada por los
niños de más corta edad cuando en su furia paroxística nos amenazan con «no te
quiero más».
Efectivamente,
y recapitulando: al conjunto de virtudes que nos convierten en «amables»
(dignos de amor), tales como la honestidad, la generosidad, la lealtad, le
llamamos «falo» y si no demostramos tener estas virtudes, dejarán de amarnos
porque no tenemos el «falo», nos considerarán «castrados», seremos inútiles
como ciudadanos, vecinos, compañeros, amigos, cónyuges, independientemente de
qué genital estemos provistos anatómicamente.
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