Nuestro estado de ánimo habitual es de temor porque aceptamos como si fueran normales infinitas amenazas médicas correspondientes a su política prevencionista.
Es probable que la violencia sea necesaria
para que los humanos seamos
capaces de vivir en sociedad sin provocar graves daños.
Es probable
que seamos hijos del rigor.
Es probable
que nos cueste aceptar estas características porque acostumbramos compararnos
con modelos ideales, perfectos, que no existen fuera de la imaginación.
La
violencia tiene mala prensa, es aborrecida genéricamente, es casi imposible
erigir una defensa razonable de algo tan doloroso, vergonzante, inhumano.
Pero todos
sabemos que no es tan «inhumano». No paramos de condenarla y
de seguir
aplicándola cada vez que hace falta.
Como ocurre
con otras ideas, circunstancias, características, es menos malo aceptar la
realidad a ocultarla. Aceptándola podemos apelar a nuestra responsabilidad
(sabemos lo que estamos haciendo) mientras que rechazándola, negando su
existencia, no podremos hacernos cargo de la cuota de responsabilidad que
podemos tener cuando aparece provocando injusticias, desbordes, daños
irreversibles.
La
violencia parece ser una de las características propias del poder. En nuestras
mentes no podemos concebir que alguien con poder no disponga de recursos para
ejercer la violencia.
El poder no
siempre es físico y tangible, sino que también lo encontramos en la presión
psicológica, en la extorsión, en la propaganda atemorizante.
Por
ejemplo, por algún motivo nuestra cultura prohíbe el incesto. Para justificarlo
e imponer violentamente su cumplimiento, personas de casi cualquier nivel
educativo creen que la descendencia de relaciones incestuosas padece taras.
Para evitar
la promiscuidad sexual e imponer violentamente la monogamia, primero fuimos
amenazados con las enfermedades venéreas y desde hace unas décadas con el SIDA.
Más
genéricamente, desobedecer a los médicos (dieta, tabaquismo, mamografía)
produce cáncer.
La
violencia es tan amplia, profunda y continúa, que hasta colaboramos difundiendo
las amenazas.
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