domingo, 2 de diciembre de 2012

Por qué estudiar temas inútiles



   
Los niños y jóvenes ejercitan el aprendizaje de conocimientos innecesarios sólo para estimular su desarrollo anátomo-fisiológico.

Cuando la curiosidad juvenil no encuentra respuestas, ese hueco, (el de la pregunta, el de la inquietud, el de la ansiedad investigadora), se rellena tranquilizadoramente con alguna hipótesis inventada por el joven inquieto.

Este relleno artesanal, generado por la pasión infantil, muy probablemente sea precario dada la escasa experiencia del «pequeño investigador» y el subdesarrollo neuronal propio de la edad (entre 3 y 25 años).

No responder a las preguntas es fatal, es enterrar una «mina anti-persona», es sembrar la desconfianza, el recelo, la suspicacia entre las nuevas generaciones.

Pero no estoy acá para acusar a quienes no responden, porque antes que nada supongo que no lo hacen porque no saben qué responder.

En todo caso intentaré compartir con ustedes algunos comentarios que podrían servir como respuestas adultas a esas preguntas juveniles.

Para la explicación de por qué existe la prohibición del incesto (1) he comentado en varios artículo que no fue creada porque la descendencia sería deforme, monstruosa ni enfermiza sino que el motivo, por ejemplo, pudo haber sido originado porque cuando se legisló se entendió que solo una prohibición de la sexualidad podía estimular al máximo las acciones reproductivas, puesto que los humanos nos sentimos estimulados con las prohibiciones.

Otra pregunta que suele no tener respuesta de los adultos proviene de los alumnos que no quieren enterarse de ciertos conocimientos que suponen eternamente inútiles para ellos, dados sus proyectos de vida imaginados durante la etapa estudiantil.

Una explicación posible a esta inquietud podría consistir en explicarles que no son los conocimientos los que necesitarán sino las funciones de aprendizaje que tendrán que desarrollar para poder aprenderlos.

Por ejemplo, practicamos gimnasia para estimular el desarrollo anátomo-fisiológico y no para correr cuando lleguemos tarde.

 
(Este es el Artículo Nº 1.733)

lunes, 5 de noviembre de 2012

El dinero y el poder absoluto



   
El dinero representa al poder absoluto. Hablar de dinero es tan difícil como hablar de la prohibición del incesto.

Muchas películas tienen como resorte dramático la lucha de un súper héroe contra la desquiciada locura de un ser muy poderoso que intenta dominar el planeta (Madre Tierra).

La trama de cualquier obra de ficción es atractiva cuando indirectamente teatraliza la conflictiva de los espectadores. En los hechos, las buenas obras son exitosas porque representan metafóricamente al lector.

La prohibición del incesto tiene como interesante particularidad que no despierta comentarios, nadie habla de ella, las nuevas generaciones se estrellan contra un silencio que los llena de dudas, incertidumbre y angustia.

Este es el origen de uno de los problemas más preocupantes, porque la falta de información sobre el tema generalmente termina en que los niños y los jóvenes se creen anormales, degenerados, monstruosos, pues suponen que sus deseos incestuosos son exclusivos, que nadie más los tiene (¿padece?).

A partir de esta sensación, y dado que nuestro cerebro tiende a generalizar en exceso (metonimia), es muy probable que el niño y la niña terminen suponiendo que son completamente (100%) anormales, degenerados y monstruosos.

La extraña sensación...que todos tenemos pero sin saber que es universal, podría expresarse en una suerte de envidia de quien tiene autorización (generalmente el padre de los niños) para disfrutar eróticamente de la «dueña de casa-Madre Tierra» como si fuera su propietario.

Si bien en psicoanálisis le llamamos «conflictiva edípica», diré ahora que esta envidia erótica (derecho a tener relaciones íntimas con la dueña de casa) es en realidad un deseo de poder absoluto, máximo, extremo.

Hipótesis: El dinero es perturbador porque representa este poder absoluto de quien posee a la «dueña de casa-Madre Tierra». Hablar de dinero es tan difícil como hablar de la prohibición del incesto.

(Este es el Artículo Nº 1.704)

viernes, 5 de octubre de 2012

Cuando los deseos incestuosos empobrecen



   
La prohibición del incesto puede generar pobreza personal cuando solo se encaran emprendimientos tan imposibles como satisfacer deseos incestuosos.

Aunque el cerebro conozca que una perla es una esfera nacarada que se forma dentro de la caparazón de algunos moluscos, cuando oye la expresión «las perlas del rocío», no se detiene a pensar en las esferas nacaradas que habitualmente embellecen algunas joyas, sino que entiende que se trata de una comparación y que las costosas formaciones no pueblan por miles la pradera llena de rocío.

Este fenómeno mental no ocurre solamente en textos poéticos sino que funcionan mucho más a menudo.

Voy al fondo del asunto: la prohibición del incesto es una norma social muy conmovedora porque inhibe dolorosamente los deseos sexuales que circulan dentro de la familia.

Metafóricamente, esta prohibición aparece cuando queremos satisfacer deseos que están fuera de nuestro alcance. Pondré un ejemplo:

Varias veces he mencionado que en nuestra especie es la mujer la que desea tener hijos con ciertos varones de su entorno y no con otros (1).

Si una mujer tiene la mala suerte de que uno de esos pocos varones sea su papá, como difícilmente pueda explicitar sus pensamientos («quiero tener un hijo con mi padre») y dado que la prohibición del incesto funciona como un tabú, es decir que muy seguramente no se lo confiese ni a sí misma, es probable que:

— Tenga una pésima relación con su papá porque los impulsos inconsciente a seducirlo sean difícilmente controlables y el enojo sistemático podría ser una manera de alejarse de él;

— Haga múltiples intentos de vincularse con otros hombres para sacarse de la cabeza a su único amor (su papá), con lo cual su vida afectiva, familiar y económica seguramente serán caóticas, con una permanente tendencia a insolventarse (empobrecer).

En suma: lo imposible es costosísimo.

         
(Este es el Artículo Nº 1.685)

La mujer y el complejo de Edipo



   
El complejo de Edipo ocurre en las familias donde alguna mujer se siente atraída por algún varón consanguíneo.

Uno de los conceptos psicoanalíticos más conocidos es el complejo de Edipo.

Para ponernos de acuerdo, me estoy refiriendo a esos deseos sexuales que existen entre los integrantes de una familia y que ponen en riesgo la prohibición del incesto.

Ahora paso a comentar un pequeño detalle de esta idea que para algunos puede ser interesante y bastante original porque tiene que ver con otras hipótesis que he planteado en estos artículos.

Según estas ideas, entre los humanos también es la mujer la que activa el deseo sexual de unos pocos varones cuando hormonalmente está dispuesta a gestar.

Dicho de otro modo: según he planteado en otros artículos (1), así como son las hembras de los mamíferos las que entran en celo, desencadenando el impulso copulatorio en los machos cercanos, la mujer es la única generadora del deseo sexual en algunos varones cercanos. A las mujeres solo les interesan aquellos hombres cuya dotación genética sea la más adecuada para combinarse con la propia.

En suma: parto de la suposición de que las mujeres solo procuran ser fecundadas por unos pocos hombres, determinados porque su instinto intuye cuáles poseen la mejor dotación genética, para que, entre ambos, gesten los hijos más sanos. Esto explica por qué las mujeres gustan de ciertos varones y de otros no.

Retomando el tema del complejo de Edipo, les propongo pensar que en una familia también son la madre y las hijas las que pueden o no encontrar en los varones del hogar a esa persona que les fecundaría los mejores ejemplares.

Si dentro del hogar, ni el padre ni los hijos son seleccionados instintivamente por la madre o las hijas, el complejo de Edipo será casi inexistente.

         
(Este es el Artículo Nº 1.699)

La desnudez placentera y la falta de dinero



   
La carencia de dinero (pobreza) resulta atractiva y placentera para quienes «estar pelados» (sin dinero) equivale a «estar desnudos».

«Como Dios lo trajo al mundo» ... es un sinónimo de desnudo pero también de cualquier otra característica del recién nacido que difícilmente encontremos en la adultez, por ejemplo, «sin dinero».

La desnudez es un placer generalmente prohibido porque nuestra cultura nos obliga a estar cubiertos de ropa, inclusive en nuestro hogar, fundamentalmente porque la proximidad a un cuerpo desnudo estimula el deseo sexual y tenemos sabido que está prohibido el incesto.

Está permitida la casi total desnudez en las playas y en algunos parques. Para la desnudez completa solo falta destapar los pezones y el vello púbico... si no fue depilado (pelado).

Son objeto de cobertura (vestimenta) obligatoria, los órganos genitales masculinos y los pezones femeninos, porque la vulva es de por sí muy poco visible hasta para su dueña.

La desnudez es placentera y por serlo genera vergüenza. La timidez se estimula cuando imaginamos que otro se entera de que estamos disfrutando o deseando disfrutar.

No sé si existen estadísticas confiables, pero lo cierto es que a muchas personas les gusta pasearse desnudas por su casa cuando los demás habitantes no están.

Podríamos suponer que el desnudista goza imaginando las miradas libidinosas que recibiría de quienes él desea eróticamente.

Antes mencioné la palabra «pelado» para referirme al vello púbico depilado. Esto fue así para retomar el inicio de este artículo.

La palabra «pelado» tiene varias acepciones (1). Al leerlas nos encontramos con que aluden a «desnudez», «vergüenza», «pobreza», «prostitución», por lo que podemos pensar que estos cuatro conceptos están vinculados lingüística y psicológicamente entre sí.

En suma: Puede ser atractiva para muchos la desnudez que connota estar «pelados», para lo cual es preciso estar «pelados», sin dinero, pobres.


(Este es el Artículo Nº 1.677)