sábado, 21 de julio de 2012

Mamá es demasiado fácil


Los límites que imponen las prohibiciones son necesarios para la generación de energía y ésta es imprescindible para que el fenómeno vida continúe.

Si cortamos el curso de un río con una pared (represa) [imagen], el agua acumulada sube su nivel inundando una vasta superficie de terreno (embalse). En la base de esa pared la presión es máxima.

Los orificios allí ubicados permiten que escape el agua con la fuerza suficiente como para mover las máquinas generadoras de energía eléctrica.

Por lo tanto, el límite (represa) prohíbe el libre paso del agua generando una gran presión que se convierte en energía.

Los vehículos reciben energía en sus ruedas porque dentro del motor explota un combustible inflamable dentro de un lugar cerrado. Si esa explosión se produjera en un lugar abierto (sin límites), no habría energía y el vehículo no podría desplazarse.

No hace falta estudiar leyes para saber que «los derechos de cada uno terminan donde empiezan los derechos de los demás».

Estamos rodeados de límites y prohibiciones. La propia piel es un límite que prohíbe la entrada a los microbios que desearían parasitarnos y también prohíbe que nuestros órganos escapen (lo cual implicaría perder la vida).

No se sabe por qué en nuestra especie está prohibido el incesto. Circulan algunas teorías pero realmente no se conoce el motivo verdadero.

Una de esas teorías tiene que ver con lo que mencioné más arriba.

Si los humanos tuviéramos relaciones sexuales con nuestra madre, padre, hermanos y tíos, todo sería demasiado fácil.

La generación de la energía necesaria para conservar la vida depende de las prohibiciones que padecemos.

Vivir requiere luchar, trabajar, vencer resistencias, soportar prohibiciones, avanzar a pesar de los límites, casarnos con alguien de otra familia.

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