La infidelidad es una forma de fidelidad personal para con el propio deseo.
Dicho de otra
forma: en un intento de ser fieles con nuestro deseo, podemos incurrir en
infidelidades conyugales.
La atracción física
hacia personas casadas es muy frecuente. Una explicación popular dice que todo
lo prohibido seduce.
Ya sea en los
hechos o en el pensamiento, la persona que se siente poseída por esa tentación
puede sentirse molesta consigo misma o —si no es capaz de reconocer su
responsabilidad— pensar que tiene la mala suerte de ser solicitada por personas
comprometidas.
El Edipo es una
hipótesis del psicoanálisis muy difícil de negar.
La atracción por
una persona casada casi seguro que está provocada por un desplazamiento del
progenitor a una persona extraña que lo representa.
Dicho de otro modo:
si una mujer gusta de hombres casados, es probable que trate de sacarse las
ganas que tuvo de tener sexo con su papá quien también era un hombre casado
(con su mamá).
De modo similar, si
una mujer se queja de que los hombres que intentan seducirla son todos casados,
está pensando que sus deseos incestuosos estuvieron provocados por la actitud
seductora de su papá hacia ella.
Lo mismo sucede con
los varones cuando gustamos de mujeres casadas o nos creemos que ellas intentan
seducirnos. En este caso la historia real es con nuestra madre que también era
una mujer casada (con nuestro padre).
Nuestro deseo es
incestuoso. Por eso decía al principio que tendemos a conductas infieles
(transgresoras de las normas sociales) por tratar de ser fieles con nuestro
deseo incestuoso (que es propio de la naturaleza).
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