La vocación y el deseo no son tan flexibles sino que sólo ceden como cede alguien violado.
La violación es un delito sancionado con
máximo rigor. A tal punto es repudiable que los violadores también son
castigados por los compañeros de reclusión.
Dicen que la prohibición del incesto está
fundamentada porque la descendencia podría presentar malformaciones, lo cual no
es cierto. Los motivos parecen ser más bien económicos, pero lo que ahora me
interesa comentar es que las transgresiones a esta prohibición son menos
castigadas, excepto que estén asociadas a una violación.
En otros artículos (1) les he comentado que la
fecundación ocurre (en la mayoría de los casos), porque la mujer intuye qué
varón tiene los mejores genes para gestarle los mejores ejemplares.
Cuando ella desea a un hombre, este concurre a
copular con ella con un deseo que, por su inevitabilidad, se parece a una
necesidad.
En el momento del encuentro ella también está
preparada física y mentalmente y así ocurre este fenómeno tan natural que
resulta insólita la dramatización que hacemos de él.
Como lo único importante para los seres vivos
es la inmortalidad de la especie (2), la función sexual es también la más
importante y todas las demás funciones derivan de ella.
Explico mejor esto de «derivan de ella».
Los humanos
actuamos metafóricamente. Nuestra conducta está determinada por el nivel de
coherencia de esas metáforas.
La predisposición
al coito, el amor, la atracción, la excitación, el deseo, la necesidad de
reproducirnos tienen su correlato en el resto de nuestras actividades.
Si nuestro
instinto desea trabajar al aire libre, estudiar botánica, tener una familia,
gestar varios hijos, metafóricamente será una violación (frustración) todo lo
que tengamos que hacer y no se parezca a esa atracción que la mujer siente por
el hombre genéticamente más conveniente (satisfacción).
Nota: La imagen es un óleo de René
Magritte, titulado La violación.
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