domingo, 22 de julio de 2012

La familia: célula del imperialismo


Vamos a perpetrar una idea maligna, pero que nadie lo sepa.

La prohibición del incesto es algo que existe hace miles de años y ya funciona sola.

Estimularemos la formación de familias.

Para eso, contaremos con el afán femenino de tener hijos y su vocación de tenerlos reunidos en torno suyo para cuidarlos y disfrutarlos.

Haremos propaganda para que los hombres dignos y respetables, sean aquellos que mejor cuiden a su familia, los que sean capaces de trabajar con todo el esfuerzo que haga falta para que a las madres y a sus hijos, no les falte nada.

Endiosaremos a la mujer madre. La convertiremos en heroina de nuestra patria.

El matrimonio heterosexual y monógamo, parte de nuestro escudo, de nuestra bandera, figurarán en el himno.

Para agregarle mayor brillo a la familia como célula social, pondremos la moral en su máximo nivel.

Haremos un culto a la ética, las buenas costumbres, a la salud, al deporte, a la sexualidad exclusivamente reproductiva.

Erradicaremos toda forma de prostitución, homosexualidad, drogas y aborto. Las penas serán severísimas.

Al agregarle tanto prestigio a la figura materna y a la familia, estimularemos un gran amor entre sus integrantes.

Como simultáneamente condenaremos toda forma de corrupción, promiscuidad, prostitución y amoralidad, la prohibición del incesto con el que contamos, hará que la agresividad de los nuevos ciudadanos sea máxima debido a la frustración de sus deseos sexuales (estimulados y prohibidos en la familia).

Como lo deseado y prohibido en la familia, urge satisfacerlo en la segunda familia (la nación),  los ciudadanos se convertirán en ultra-nacionalistas, con un patriotismo exacerbado y fundamentalista, que canalizaremos hacia las fuerzas armadas, preparando un plan de invasión, conquista y anexamiento de los países vecinos.

Hitler, Mussolini y Stalin, ya lo hicieron. Volvamos a intentarlo.

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