Inconscientemente, hombres y mujeres deseamos ser el/la cónyuge de una mujer con pene (mamá).
Los
gays y lesbianas siguen luchando para que en sus países se apruebe el
matrimonio entre personas del mismo sexo.
Las
iglesias cristianas son cuantitativamente la principal fuente de resistencia y,
extrañamente, no es notorio el rechazo que esta actitud debería despertar entre
los propios interesados. Por el contrario, son más criticados los sectores
conservadores, generalmente pertenecientes a la derecha política (1).
Este
año (2012) Chile se vio fuertemente conmocionado por el ataque salvaje de un
grupo neonazi al joven Daniel Zamudio. Esta tragedia presionó para que los
gobernantes legalizaran finalmente el matrimonio entre personas del mismo sexo.
Desde
mi «religión laica» (el psicoanálisis) puedo decir lo siguiente:
Es
posible pensar que existe un solo sexo: el femenino. Claro que este único sexo
femenino en realidad es imaginado como integrado por mujeres con pene.
¡Qué
lío, ¿verdad?!
Sí,
es complejo pero la complejidad ocurre porque nos oponemos tenazmente a pensar
de forma distinta a como lo veníamos haciendo.
Nuestras
mentes traen la imaginación de que todo el mundo tiene pene, pero además,
porque es una mujer la que nos trae al mundo y nos estimula para desarrollar
nuestro erotismo orgánico, todos la amamos. Por lo tanto, si bien desde la cuna
estamos predispuestos a pensar que «mamá tiene pene», también todos la amamos a
ella por sobre todas las cosas y hasta querríamos casarnos con ella... si no
fuera porque la prohibición del incesto nos lo impide.
Por
lo tanto: hombres y mujeres tenemos pene según esa predisposición natural de
nuestro cerebro y todos amamos a una mujer porque ella desarrolla nuestra
capacidad amatoria, libidinal, erótica, sexual, sensual.
En suma: hombres y mujeres
inconscientemente deseamos a una persona de sexo femenino que tiene pene.
Otras menciones del concepto «mujer con pene»:
(Este es el
Artículo Nº 1.577)
●●●
No hay comentarios:
Publicar un comentario