lunes, 23 de julio de 2012

La legalización de la marihuana o el incesto


Legalizar el consumo de marihuana después de haber estado prohibido, atemoriza al confundirlo con una «legalización del incesto».

Aunque tengo la suerte de vivir en Uruguay, el trabajo psicoanalítico que publico diariamente en estos blogs refiere a temas que conciernen a los hispano-parlantes de todo el mundo, sin olvidarme de la pequeña República de Guinea Ecuatorial (África Central), que también fue una colonia española pero que obtuvo la independencia recién en 1968.

El presidente de mi querido Uruguay (José Mujica), propuso la legalización del consumo de la marihuana y eso generó múltiples comentarios en todo el mundo, …porque no hubo otras noticias más importantes.

Todos los hispano-parlantes somos humanos y por eso tenemos características comunes aunque insuficientes para ponernos de acuerdo.

Los comentarios más llamativos que generó la propuesta presidencial son de oposición a la legalización de ese producto, fuertemente asociado al placer, a las drogas adictivas, al narcotráfico y a la moral.

Comparto con ustedes dos comentarios:

1º) Si pudiéramos pensar que nuestra situación actual contara con la prohibición de la producción, comercialización y consumo de vino (de uva), surgirían las mismas voces escandalizadas ante cualquier propuesta de legalización.

Los efectos del vino no son tan diferentes a los de la marihuana, sin embargo cuenta con la bendición popular por motivos históricos, religiosos y mayoritariamente desconocidos.

Si pensáramos seriamente en las diferencias objetivas que existen entre la producción, comercialización y consumo de vino o de marihuana, no podríamos encontrar diferencias tan importantes como para que uno sea legal y el otro no.

2º) Este argumento es el más importante aunque el menos popular.

Legalizar la marihuana (o cualquier otro generador de placer) después de haber estado prohibida, provocaría en el inconsciente de millones de personas la creencia en que «se legaliza el incesto», por lo cual MORIRÍAMOS de placer.

(Este es el Artículo Nº 1.611)

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