miércoles, 18 de julio de 2012

Mejor no preguntar


Consultante — Mi hija más chica es increíblemente parecida a mi tía, con quien tuve una historia secreta digna de escribir una novela.

Ella era la hermana menor de mi mamá y siempre fue de vestirse y maquillarse como para filmar una película.

Aunque yo era 6 años menor, estuve locamente enamorado de ella y casi toda mi actividad autoerótica estaba estimulada por su imagen, su voz, sus gestos, su cuerpo.

Ese enamoramiento tuvo un fuerte tropiezo cuando nos presentó a su novio. Un tipo común y corriente, empleado de comercio, un «don nadie» diría.

No tardé mucho en suponer que ese casamiento no era más que una pantalla para que nuestro vínculo se concretara en algún encuentro sexual como el que yo deseaba.

Ella no dejaba de alentarme mirándome de una manera especial, caminando por delante mío para que mi deseo no perdiera pasión, hablándome con una voz sensual que me hubiera gustado grabarla para poder escucharla una y otra vez.

Fue pasando el tiempo, naturalmente yo tuve que casarme también, por supuesto con alguien que se pareciera a mi tía y fue así como mantengo esta relación con mi esposa imaginando que estoy con mi verdadero amor.

Para mayor realismo de mi deseo, mi hija más chica es un calco de mi tía.

Han pasado ya 12 años de su casamiento y 9 del mío, y yo siempre alentando la esperanza de que algún día pudiéramos encontrarnos para descargar dentro de ella todo este erotismo que nunca perdió intensidad, pero pasó lo que no tenía que pasar.

En una reunión familiar tomé conciencia de que mi prima es la mejor amiga de mi adorada tía, entonces, como quien no quiere la cosa, la llamé un día para hablar de bueyes perdidos y cuando me pareció oportuno, le pregunté sobre el marido de mi tía, ese «don nadie» que todavía seguía casado con la mujer más hermosa del planeta.

Y ahí sucedió lo peor: mi prima me dijo con la mayor naturalidad del mundo que son una pareja muy feliz, que ella no se cansa de hablar maravillas de su marido, que siempre estuvo y sigue estando perdidamente enamorada de él.

Ahora no tiene sentido que yo siga casado y la consulto porque no sé cómo encarar el divorcio.

Terapeuta — Se nos agotó el tiempo. Seguimos en la próxima.


No hay comentarios:

Publicar un comentario