En una ceremonia muy
llena de rituales, adornos, luces y magia, el padre (o padrino), entra con ella
a la iglesia y luego de recorrer una larga alfombra roja, «la entrega» al novio que la esperaba para
tomarla como esposa.
El sacerdote les da
unos consejos, les hace prometer que serán solidarios «en las buenas y en las
malas» y luego desandan el largo camino alfombrado para saludar con gran
festejo a quienes concurrieron a ver el casamiento.
Los cónyuges suelen
hacer un viaje «de luna de miel» para finalmente comenzar la vida en pareja.
Si bien el padre de
la novia la entregó al futuro esposo, en los hechos parecería ser que la mejor
forma de convivencia es cuando paulatinamente es ella la que tomas las riendas
del hogar mientras que su dueño (el
esposo) desempeña un discreto rol de hijo.
El equilibrio de
estos roles es siempre precario porque toda convivencia lo es.
Sin embargo, lo que
mejor funciona es que la esposa se comporte como una madre que está viviendo un
romance edípico con su amado hijo.
Se denomina
«familia monoparental» cuando uno de los padres está ausente, pero en este caso
cabría la denominación porque sólo ella cumple el rol de madre mientras que el
padre funciona como hijo mayor.
Esta fórmula de
convivencia funciona sin que los actores lo reconozcan porque implicaría una
flagrante transgresión a la prohibición del incesto. Son fenómenos que ocurren
inconscientemente.
Lo que acabo de comentarle
no es verdadero pero tampoco es falso. Queda en sus manos confirmar discretamente
si los matrimonios exitosos que conoce no podrían tener estas características.
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