Para ganar dinero,
tenemos que tener fuerza (energía, voluntad, resistencia).
Dentro de la
realidad tangible (la que se puede tocar), estas ideas son muy claras,
entendibles, fácilmente aceptables: si tenemos que mover una mesa, lo haremos
más fácilmente si unimos la fuerza de dos personas.
Dentro de la
realidad intangible (la que no se puede tocar), estas ideas son menos claras,
entendibles, fácilmente aceptables: si deseo algo que me lo prohíben sin
decirme por qué, quedaré confundido, perplejo y frustrado.
La prohibición del
incesto es algo que nos debilita, pero no por el hecho de que no podamos
casarnos con un familiar directo sino porque deseamos hacerlo y la sociedad nos
lo prohíbe sin explicarnos por qué.
Es un tema del que
no se habla. Cada uno de nosotros, alguna vez tuvo deseos incestuosos y tampoco
pudo comentarlo, plantearlo. Aquel anhelo nos hizo pensar que éramos los únicos
poseedores de una aspiración tan aberrante, monstruosa y degenerada que no se
podía ni mencionar.
Este silencio
hermético nos hizo pensar que algo dentro de nosotros era malo, peligroso,
enfermo. Como el tema era tabú, no pudimos consultar sobre él, confirmar (o no)
si era algo propio de nuestra especie o algo personal efectivamente malsano de
lo que tuviéramos que avergonzarnos y cuidarnos.
Lo desconocido, el
secreto, lo silenciado, genera miedo, desconfianza, rechazo.
Fue tan
mortificante aquella sensación de anormalidad que sentimos, que la olvidamos
por insoportable.
Pero no podemos
anular lo que nos pasó. Apenas podemos olvidarlo, quitarlo del campo de la
conciencia, hacernos los distraídos.
Por eso, aquella
sensación de monstruosidad que sentimos continúa activa inconscientemente,
dividiéndonos, haciéndonos sentir que tenemos a un enemigo dentro, que no somos
confiables, debilitándonos, quitándonos energía para todo, incluso para ganar
el dinero necesario.
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