sábado, 21 de julio de 2012

La necesidad de ser único


Para educar a nuestros niños les imponemos fuertes dosis de frustración.

Por ejemplo, el mayor anhelo de los niños es casarse y fundar una familia con su mamá o su papá, pero para que salga desesperado a formar una familia propia, se lo frustra negándole todo comercio sexual con quienes más lo desea.

Una de la razones de la prohibición del incesto es ésa: frustrar al niño (o a la niña) para que su deseo de conseguir un cónyuge sea máximo (1).

Los motivos para que toda familia tenga por lo menos dos hijos son varios.

Uno de ellos propone que lo ideal es tener una varón y una niña para que al morir los padres, la humanidad cuente con dos ejemplares de reemplazo.

Otro motivo muy popularizado era el de obtener colaboración en las tareas del hogar. Tener hijos era una forma de gestar trabajadores.

En algunos pueblos se pensaba que era bueno tener varios hijos para que cuando los padres envejecieran, entre todos pudieran hacer aportes en bienes y servicios que les aseguraran una vejez digna.

Ahora les comentaré un motivo del que nunca he oído hablar.

La pareja monogámica es propia de muchas culturas y genera serias dificultades en su estabilidad porque los seres humanos no somos monogámicos por naturaleza y somos transgresores por vocación.

En particular los varones somos poligámicos. Las mujeres también, pero en menor grado.

Cuando en una familia nacen más de un hijo, se crean fuertes tensiones por celos. Todos quieren ser los hijos únicos de mamá y papá.

Esta frustración también es formativa de un desesperado anhelo por tener a alguien en exclusividad, por sentirse únicos al menos para alguien.


(1) El artículo titulado Mamá es demasiado fácil es complementario de éste.

(2) En el artículo titulado Conyuge hay una sola  comento el tema de la pareja monogámica pero desde otro punto de vista.

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