La prohibición del incesto, la creencia en Dios, el dualismo cartesiano, podrían ser responsables de la pobreza.
Si desde hace milenios no podemos distribuir
las riquezas con mayor justicia, es
posible suponer que TODO lo que hemos hecho hasta ahora, es culpable (o cómplice por omisión).
Por lo tanto asumo que es una actitud
respetable y responsable rever nuestras ideas, principios, creencias, hasta que
demuestren su inocencia.
Una de esas ideas grandes e inamovibles como
una montaña, es la prohibición del incesto.
Es probablemente el principio de convivencia
más parecido a un fantasma terrorífico.
Nadie sabe a ciencia cierta por qué los parientes
consanguíneos no pueden tener relaciones sexuales. El tema en sí mismo es un
tabú. No sólo sería transgresor esa fornicación sino que este acto de
mencionarlo genera un rechazo irracional, fóbico, de espanto.
En segundo lugar, pero muy alejado, con mayor
tolerancia, encontramos a millones de personas de incuestionable capacidad
mental y cultura, que organizan sus vidas suponiendo que existe un personaje
fabuloso, que nos ayuda o nos perjudica según ciertos criterios (dios).
Este segundo lugar incluye la creencia en la
inmortalidad, en una vida posterior a la muerte. No todos los creyentes en dios
creen en su inmortalidad, pero quienes creen en la inmortalidad necesitan creer
en otros mundos gobernados por uno o más dioses.
En tercer lugar encontramos que más de la
mitad de los seres humanos creen en el dualismo cartesiano, esto es, que
estamos compuestos por la suma de un cuerpo material y un alma, espíritu o
psique inmaterial.
Si bien esta suposición es necesaria para
quienes creen en una vida post mortem,
también la encontramos entre los ateos.
En suma: Si estas grandes ideas han convivido con un mal reparto de la
riqueza, es legítimo sospechar de ellas (causa, responsabilidad, culpa).
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