El psicoanálisis cree
que existe una parte desconocida del ser humano que influye en nuestra vida de
forma determinante: el inconsciente.
Aceptar su existencia, implica realizar —a partir de ahí— ciertas deducciones.
Un dato de la realidad es que todas estas teorías —que no se
pueden demostrar en un laboratorio—, cuando son utilizadas por un analista
producen cambios favorables y permanentes en el bienestar de sus pacientes.
Los resultados son una forma razonable de asignarle validez
al tratamiento.
El complejo de Edipo dice que todos deseamos tener sexo con
algunos familiares consanguíneos. La prohibición de este incesto nos lleva a
procesar la dolorosa frustración de alguna manera. Cada uno lo hace a su
manera. Algunos tienen suerte y la resuelven bien. Los desafortunados caen en
que «es peor el remedio que la
enfermedad».
Un ejemplo de
resolución desafortunada es el caso de un conocido que por años sufrió de
impotencia sexual. Según él la resolución surgió por algo que también puede
sucederle a las mujeres que padecen algún tipo de frigidez.
Este hombre había logrado (en su fantasía
inconsciente) no tener erecciones para no tener sexo con su madre. Su
inconsciente prefirió la
impotencia a tener que aceptar la prohibición del incesto o el rechazo de la
madre.
El pensamiento de él podría haber sido: «No tengo sexo con mamá, no porque la
sociedad me lo prohíba ni porque ella se oponga, sino porque mi pene no se
endurece. Cuando se cure, entonces fornicaré con ella».
Al tiempo de
haberse descubierto esta idea con la ayuda del analista, comenzó a tener
erecciones normales, como si nunca le hubieran faltado.
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