martes, 4 de septiembre de 2012

La inutilidad práctica del estudio




El fracaso escolar, masivo, alarmante, ocurre porque nadie sabe explicar a los estudiantes por qué tienen que aprender conocimientos claramente inútiles.

Para poder tomar vino, tenemos que sacarlo de su botella; para poder comer bananas tenemos que quitarles la cáscara y para poder aprovechar la energía de las nuevas generaciones, tenemos que sacarles todo el narcisismo posible.

El narcisismo es una especie de ceguera funcional. Aunque disponemos de los cinco sentidos desde muy pequeños, no empiezan a comunicarnos con el mundo exterior hasta muy tarde.

Seguramente existen personas que fallecen con cien años, que no lograron su máximo desarrollo cognitivo, es decir, todas las potencialidades de entender el cuerpo propio, el cuerpo de los demás y al resto de la naturaleza de la que formamos parte.

La filosofía predominante en nuestras culturas occidentales, apela a la violencia en gran medida. Hasta los más subdesarrollados saben aplicarla.

Cuando no logramos que el niño vea lo que está mirando, que oiga lo que está escuchando, tratamos de aumentar los estímulos correspondientes agregándoles algo de dolor (como si fuera un condimento): le pegamos, le gritamos, le privamos de lo que más desea.

Uno podría preguntarse: ¿Por qué a los niños y jóvenes les cuesta tanto interesarse por el entorno? ¿Por qué son tan malos estudiantes durante la escuela y el liceo?

Hasta donde puedo entender, hacen eso porque son realmente inteligentes, sanos, normales. Si no actuaran así, habría que dudar de ellos.

Un ser humano sano, inteligente y normal,

— le presta más atención a lo que más le gusta;
— responde a los estímulos específicos que necesita;
— es razonable y pregunta, pide explicaciones, negocia;
— se resiste al autoritarismo.

Nuestra cultura no puede explicar:

— por qué la prohibición del incesto (1);
— para qué hay que tener conocimientos de utilidad desconocida.

 
(Este es el Artículo Nº 1.664)

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